miércoles, 26 de mayo de 2010

UNA REFLEXIÓN QUE PUEDE SALVAR A COLOMBIA


Cada vez más me encuentro en la cotidianidad con amigos, conocidos y desconocidos que defienden, adhieren y gestan la campaña de Antanas Mockus. No dudo de la buena fe que los alberga, a pesar de que en no pocos causa molestia el planteamiento de reparos al candidato; es decir, los moviliza y crece un apasionamiento tal que me recuerdan la actitud aun viva de los incautos f-uribistas. A pesar del apasionamiento, o quizá por él mismo, encuentro profundas fragilidades en el slogan y las consignas del candidato, y en los argumentos de quienes lo defienden; es decir, de quienes entienden la política como la relación amigo – enemigo, y no como un lugar fructífero para debatir y hacer apuestas por horizontes de sentido para una sociedad en proyecto, gestándose y transformándose desde una cotidianidad tensa y heterogénea. Primero haré referencia al slogan y las consignas públicas del candidato. Luego me ocuparé de aquello que dicen quienes adhieren y promueven la campaña. Antes de cerrar, haré alusión a aquello que me resulta más riesgoso de la campaña de Mockus en la perspectiva de lograr una sociedad que camine hacia el proyecto nunca acabado de la democracia.
En un slogan y tres consignas repetidas hasta el cansancio (o hasta cansarnos a algunos) se encierra Antanas Mockus.
Slogan: la educación todo lo puede.
Consignas:
  1. La vida es sagrada: no todo vale
  2. Los recursos públicos son sagrados
  3. Apego a la legalidad

Las tres consignas pueden interpretarse como antítesis a conductas del gobierno Uribe Vélez, pero iniciemos por el slogan: la educación lo puede todo. Es una desproporción. Sería tanto como afirmar que todos los males de una sociedad se deben a la no educación, un reduccionismo absoluto que vela otras causas de nuestras desgracias. Al mismo tiempo implicaría que quienes más han pasado por la educación, mejores ciudadanos son, cuando sabemos de déspotas, mezquinos y miserables (muchos son políticos y empresarios) que han pasado por las mejores universidades y que les cabe un alto grado responsabilidad en las crisis por las que atraviesa el país en razón a las altas posiciones de poder que han ejercido. Como nos lo muestra la película La Ola, la educación por sí misma no conduce necesariamente a una mejor sociedad; podría ocurrir todo lo contrario: que la educación cobre su sentido para la construcción de una sociedad altamente conservadora y/o en función exclusiva de la calificación de mano de obra, asunto nada alejado de nuestra realidad. Pero insisto, no será solo en razón de la educación, participará también la familia, la Iglesia, la economía, la ética social que se movilice, la estructura y el modelo de Estado, los partidos políticos, los medios de comunicación, los sectores sociales y empresariales, etcétera.

Tomemos ahora las consignas. La primera puede interpretarse como la antítesis a los sistemáticos crímenes de lesa humanidad ejecutados por las fuerzas militares bajo el mando de Álvaro Uribe Vélez. De similar manera puede interpretarse la segunda: la antítesis del programa AGRO Ingreso Seguro. Y la última puede leerse también en relación de oposición a la práctica del gobierno de Uribe Vélez a través del DAS. Pero el candidato sugiere, muchas veces a través del silencio y en ocasiones dejando ver contradicciones con otras afirmaciones en medio de la campaña y/o en actuaciones de sus gobiernos local, que la interpretación llegue hasta la frontera de las conductas referidas del gobierno nacional, con el que no obstante, mantuvo excelentes relaciones, tanto que resultó condecorado.

Desbordemos cada una de las consignas. Volvamos sobre la primera: la vida es sagrada. Si así fuera, ¿acaso la sentencia de profundizar la guerra no es una contradicción?, ¿o la vida sagrada es solo aquella de quienes el candidato designe como ´los buenos´?, ¿lo coherente no sería acaso movilizar un discurso que procure un giro en la sociedad colombiana para que dejemos de perder la vida de jóvenes de un bando y del otro en los campos? Desbordando la consigna más allá de la guerra, ¿desconocerá el candidato que la mayor parte de las muertes violentas se generan en las ciudades por múltiples causas?, ¿por qué no desarrolla o relaciona el candidato esta consigna con esta realidad? Anticipo una conclusión: estimo que Mockus dice y coincide con lo que la sociedad de profesionales, la pensante dijo Héctor Abad incluyéndose, quiere escuchar: decencia, una decencia que resulta muy cuestionable cuando ha guardado silencio sistemático frente a la condición de exclusión de la mayoría de la población colombiana.

Vamos con la segunda: los recursos públicos son sagrados. El candidato sostuvo en el programa Pregunta Yamid, que él era partidario de mejorar la economía de los ricos como medio para mejorar las condiciones de vida de los pobres. Ésta fue la tesis que esgrimió el ex ministro Arias en el Congreso de la República para defender la adjudicación de las tierras de Carimagua a palmicultores y no a los desplazados, como lo ordenaba la Corte Constitucional. Es decir, a pesar de que Mockus critica al ex ministro en el asunto de AGRO Ingreso Seguro, termina respaldando el sentido de dicho programa. Pero hay que señalar que esa tesis se derrumba observando los datos empíricos, como las ganancias del sector financiero, solo por nombrar un sector, en los ocho años del gobierno Uribe Vélez, o lo que hizo el mismo gobierno en su primer periodo con la reforma laboral, la cual trasladó los recargos nocturnos de los trabajadores a los bolsillos de los empresarios. Es decir, la mayor productividad (léase explotación) de los trabajadores no causa redistribución de la riqueza, sino aun mayor concentración de la misma. Esto ha llevado a Colombia al primer lugar de inequidad en América del Sur. ¿Desconoce o puede desvirtuar esto el candidato? No ha de sorprender que Mockus presidente traslade recursos del erario, como ocurre en la actualidad bajo múltiples y confusas figuras técnicas de la administración neoliberal, a particulares para favorecer los ingresos de éstos sobre la tesis ya referida.

Apego a la legalidad. El cuerpo normativo de Colombia ha emanado de Congresos que han legislado en contra de las mayorías colombianas; en otras palabras, para favorecer intereses de empresarios nacionales o compañías trasnacionales. En los últimos ocho años, y en los cuatro que vienen, las leyes han sido y serán fruto del paramilitarismo representado con voz y voto, y de corruptos que entregan sus votos por notarías o embajadas ofrecidas por el gobierno nacional. Apegados a la ley se hicieron aun más ricos los hijos del presidente Álvaro Uribe Vélez, así como también Carlos Ardila Lule de manera legal se hizo a recursos públicos a través de AGRO Ingreso Seguro. Legales son las apropiaciones que hacen los dueños de colegios y universidades privadas de recursos del erario bajo el modelo de concesión o créditos ICETEX respectivamente, así como también lo hacen las EPS´s privadas del FOSIGA, o los constructores a través de los subsidios de vivienda, o los empresarios a través de las exenciones tributarias, etc. Al mismo tiempo es legal el corte de los servicios públicos, incluido el agua, a pesar de demostrada incapacidad de pago, legales son los violentos desalojos de familias de viviendas que han sido pagadas hasta cinco veces, o la persecución a los mototaxistas y los desalojos de los vendedores informales que han sido empujados al abismo económico, legal es el miserable salario mínimo, etc. ¿No existe acaso cierto cinismo del candidato Mockus al convocarnos a la legalidad colombiana? Anticipo la segunda conclusión: Mockus representa más de lo mismo, con la diferencia de que nos convoca a que vivamos la injusticia social de manera culta y civilizada. Antes de pasar a lo que dicen quienes defienden y gestan la campaña de Mockus, me pregunto por el apego del candidato a la ley cuando sostiene que no permitiría un eventual sometimiento a la ley penal internacional de Álvaro Uribe Vélez, ¿no resulta esto una contradicción? Nuevamente el candidato dice y coincide con lo que aquella sociedad de pensantes quiere escuchar.

Vamos ahora con aquello que enuncian quienes defienden, adhieren y gestan la campaña de Antanas Mockus.

1. Iniciaré por una diapositiva que circula ampliamente en internet; ésta sostiene: ¨Prefiero el párkinson de Mockus a la gonorrea de Santos¨. Sin duda se trata de una afirmación que me resulta interesante dado que pone de manifiesto que el respaldo es por conveniencia pragmática y no por convicción; es decir, se trata de votar por el menos peor.

2. Hay quienes plantean que Mockus ha sido desbordado por la ola verde. No obstante, la ola verde no ha desbordado ni el slogan ni las consignas del candidato: las reproduce como una moda movilizada por una exitosa estrategia publicitaria que logra instrumentalizar sentimientos y desencantos a favor de una figura, estimo, idealizada, como la Obamanía en su momento.

3. Mockus es Fajardo, Peñalosa y Lucho. Los gobiernos locales de estos ex mandatarios se movieron hacia la construcción de percepciones, antes que favorecer el empoderamiento de la ciudadanía para transformar condiciones de vida. Se trata de gobernar bajo el concepto de campaña permanente, que no es más que la incidencia de la publicidad sobre la política. El mejor ejemplo de los verdes en este sentido lo encarna la recién elegida senadora Gilma Jiménez. A pesar de los esfuerzos por mostrar a Medellín como ciudad modelo a través de megaeventos, la capital antioqueña sigue siendo estructuralmente la misma, al igual que Bogotá y el resto de ciudades capitales del país, aun con la cosmética social de grandes bibliotecas y colegios públicos entregados a particulares en sectores populares. Aquí debería haber una lección suficientemente clara: ser gobernante no es sinónimo per se de poder; generalmente ocurre que el primero no es más que el administrador del segundo, sobre todo cuando se llega al ejecutivo en ausencia de un partido carente de movimientos sociales fuertes.

4. Mockus representa una transición. Confió en que Mokus no empleará el DAS para perseguir, amenazar y hacer montajes a quienes no comparten sus planteamientos, así como se abstendrá de llamarlos terroristas, a pesar de la insinuación que hizo a uno de sus competidores. Sin embargo creo que la gran demanda de transición que exigen las realidades de un país como el nuestro pasan por interpelar el modelo para acceder a los derechos sociales: salud, vivienda, trabajo digno, educación, recreación, transporte. Aquí el candidato guarda silencio.

Como lo señalé, antes de cerrar plantearé mi mayor molestia y temor en relación con la campaña de Mockus. La campaña lo muestra como una esperanza. Creo que es sensato tener algunas buenas expectativas en caso de que Mockus alcance la presidencia, pero es un despropósito alimentar un sentimiento de esperanza cuando no se pretende agenciar con claridad y decisión colectiva un redireccionamiento de la sociedad colombiana, cuando la esperanza no está atravesada de manera protagónica por procesos y movimientos sociales, o cuando se les mira con des den (cuando no con sospecha), cuando se insiste en las tesis del neoliberalismo, cuando no se pretende dar lugar a modos de gestar la vida y regular los conflictos por fuera del civismo conservador, menos aun cuando esa esperanza está centrada en una persona, hoy Mockus, ayer Uribe. Este sentimiento puede fácilmente caer en la decepción dado que no habrá transformación sustancial alguna, a lo que sigue el desprecio por la política y el abandono de la participación.
Ha sido tan profundo el daño que ha causado el gobierno de Uribe Vélez que el mantenimiento del neoliberalismo y de la guerra sin ´falsos positivos´, chuzadas y sin AGRO´s Ingreso Seguro se promueve como una esperanza. Al mismo tiempo hemos de preguntarnos por la responsabilidad que cabe a los movimientos sociales y sectores demócratas del país por no haber logrado madurar una corriente política capaz de gestar y esperanzar en justas proporciones un proyecto de sociedad al que no se le reclame a un candidato ser creyente para ganar la voluntad popular, y donde dicho candidato no tenga que salir a toda prisa a afirmar que reza no cuántos padres nuestros para sintonizarse y alcanzar la presidencia.

Comentarios a lunaca2606@hotmail.com

Nota: recomiendo leer las columnas de opinión de Carolina Sanín y Cristina de la Torre sobre Mockus, publicadas durante los pasados domingos en el periódico El Espectador.

Opinión (Mayo 25 de 2010)
Antanas Mockus.

Por:

Prof. Federico Pérez Bonfante
Universidad del Valle