viernes, 15 de abril de 2011

Cuentas cruzadas

En el debate sobre la reforma de la Ley 30, orgánica de la educación superior en Colombia, que tiene tantas aristas, el punto más afilado son las cuentas cruzadas entre el gobierno y las universidades públicas, porque de ellas depende el futuro mismo de la educación superior pública. Las cuentas de las universidades públicas son más o menos así: las 32 que existen tienen hoy un presupuesto de 4 billones, de los cuales 2.2 aporta el Gobierno Nacional, cifra que se ha venido ajustando de acuerdo con el índice del costo de vida desde 1993. Esa suma es utilizada principalmente para pagar gastos de funcionamiento que han crecido muy por encima del costo de vida porque desde esa fecha ha habido una notable transformación de las universidades públicas: han aumentado su cobertura, extendido sus programas, aumentado su complejidad académica y asumido obligaciones legales no presupuestada por el Gobierno, especialmente los aumentos en la productividad académica de los docentes y en los aportes pensionales. Todo ello ha generado un faltante que se estima en 700.000 millones de pesos. El proyecto de ley que reforma ese sistema propone un reajuste adicional de 1% en 2012, 2% en 2013, y 3% entre el 2014 y el 2019. Lo que se requeriría es un reajuste del 35%, que no comprende nuevos desarrollos.

Las cuentas el Gobierno Nacional son más o menos así: se ha cumplido con lo dispuesto en la Ley 30, indexando los presupuestos anuales, se ha incrementado el crédito educativo a través el Icetex, se han aumentado los recursos para investigación a través del Colciencias y ha habido recursos de inversión provenientes de estampillas departamentales, todo lo cual es rigurosamente cierto. La suma de esas cifras indica que los recursos estatales asignados a la educación superior se han incrementado desde 1998 en un 39%. ¿Cómo poner de acuerdo a las partes si el porcentaje que las universidades públicas alegan que les falta es parecido al porcentaje que el Gobierno alega haber dado de más?

La realidad de esa contabilidad enfrentada es que las cuentas el Gobierno mezclan peras con manzanas. Importante que haya habido recursos de Colciencias, del Icetex, de estampillas, pero el hecho tozudo es que los recursos estatales nacionales para funcionamiento de las universidades públicas, han crecido en los últimos diez años estrictamente de acuerdo con el costo de vida y el faltante no se puede enjugar en teoría con partidas destinadas a otros propósitos, algunas de ellas en buena parte destinadas a las universidades privadas. De hecho, en desarrollo de la revolución educativa del gobierno anterior los recursos nacionales por estudiante para las universidades públicas se redujeron en cerca de un 50%, puesto que los estudiantes aumentaron en un32%, atendidos con la misma platica, con un efecto negativo que es de suponer sobre la calidad académica puesto que los profesores sólo aumentaron en un 2%, en todo el sistema.

Así que en esas cuentas cruzadas, que empiezan a parecer un duelo de espadachines, toca darles la razón a las universidades públicas que han venido generando sus propios recursos con el trabajo de sus docentes, hasta un límite que pone en peligro la función de enseñanza que les es propia, en un velado proceso de privatización. Toca pues empezar por sincerar las cuentas para encontrar un equilibrio financiero en algún punto intermedio de esas contabilidades encontradas, si se quiere que la universidad pública crezca en lugar de marchitarse.


Por: Oscar López Pulecio

Secretario General de la Universidad del Valle

sábado, 9 de abril de 2011

DECLARACIÓN POLÍTICA DEL ENCUENTRO NACIONAL DE ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS

Con la presencia de importantes delegaciones estudiantiles provenientes de todos los rincones y regiones de Colombia, y de universidades públicas y privadas, se desarrolló el pasado 19 y 20 de marzo en un ambiente unitario y fraterno el Encuentro Nacional Estudiantil, el cual fijaría el derrotero a seguir por parte del movimiento estudiantil para el actual momento. El evento fue instalado por un panel integrado por los profesores Frank Molano, Jaime Caicedo, Aurelio Suárez y Daniel Libreros, quienes presentaron contundentes exposiciones sobre la naturaleza del gobierno, su política educativa y las tareas del momento. Con respecto a la política internacional y nacional, indicaron que la elección de Juan Manuel Santos se enmarca dentro del recambio propiciado por Estados Unidos ante la crisis económica internacional. Sobre el devenir de la crisis también se enfatizó que, en tanto su causa fue responsabilidad de la oligarquía financiera internacional, sus nocivas consecuencias han recaído, de manera fundamental, en los trabajadores y las clases medias y bajas.

Posteriormente, voceros de diferentes procesos estudiantiles presentaron sus puntos de vista sobre el acontecer nacional y las implicaciones de las recientes determinaciones oficiales en el devenir de la universidad colombiana. Al día siguiente el evento trabajó en las comisiones de organización y de movilización, cuyas conclusiones fueron planteadas en la plenaria final del acto. A lo largo de la jornada se presentaron valerosos saludos de organizaciones sindicales y sociales ligados con la defensa de los intereses de la universidad y del país. Tras dos días de relevantes deliberaciones el Encuentro Nacional concluyó lo siguiente con relación al Gobierno actual y fijo los siguientes ejes de movilización para ser desarrollados por todas las universidades a nivel nacional y regional:

Juan Manuel Santos está orientado a favorecer a las multinacionales y al capital financiero. Prueba fehaciente de ello, es su Plan Nacional de Desarrollo cuyos ejes articuladores guardan consonancia con los viejos “tres huevitos”: consolidación del crecimiento y competitividad, igualdad de oportunidades y consolidación de la paz. Así mismo este Plan se estructura a partir de las denominadas “locomotoras”, que son: la agropecuaria que significa el modelo de gran plantación y de agro-combustibles; el minero-energético que se ha convertido en la principal fuente de inversión extranjera directa en Colombia; infraestructura de transporte y comunicaciones las cuales son indispensables para la extracción y el saqueo que realizarán las trasnacionales; la de vivienda que se constituye en otra fuente de enriquecimiento para el capital financiero por medio de créditos usurarios y los llamados sectores basados en la innovación. Aparte de ello, el Plan parte del supuesto erróneo del “postconflicto” que supone que Uribe supero el conflicto armado, cuando en realidad, se omite que el gasto en seguridad y defensa es uno de los principales rubros del presupuesto y que además, aún se presentan violaciones a los derechos humanos, en el marco de tal conflicto.

A dicho modelo de país le corresponde un modelo de educación que persiste en el propósito de degradarla, en especial, la de tipo universitaria. Las acciones e iniciativas del Gobierno Santos corroboran este cometido. En los artículos 80 y 81 del Plan Nacional de Desarrollo revive, del derogado Decreto 3545 de 2004, el criterio de los “indicadores de gestión” para asignar los recursos a las universidades del Estado, pues los supedita al cumplimiento de los criterios de cobertura, eficiencia y degradación académica con lo cual vulnera la autonomía y democracia universitarias. En el mes de octubre de 2010, en la aprobación del presupuesto general de la nación, recortó para 2011 cerca de $200.000 millones a las universidades del Estado, de igual forma, y como consecuencia de la ausencia de recursos públicos, estas instituciones han sido compelidas a incrementar sus recursos propios por medio del aumento de las matrículas y de la extensión, entre otros, y a contraer préstamos con el sector financiero para sustentar sus actividades, mecanismo que se profundiza con la Nueva Ley de Educación Superior. Ejemplo de este perverso modelo es el de la Universidad Nacional cuya autofinanciación es cercana al 50% de su presupuesto. Además, ya aprobó un cupo de endeudamiento hasta por $169.000 millones y un préstamo de $107.000 millones, lo cual supedita la investigación, la extensión y la producción científica y académica al pago de tales obligaciones.

Esta propuesta se complementa con la Reforma Constitucional que prescribe la sostenibilidad fiscal como principio constitucional. Acorde con esta reforma el gasto público, y en particular el que se relaciona con derechos de tipo social y económico, como el de la educación, será seriamente recortado pues se hace indispensable para mantener tanto los gastos en seguridad y defensa, así como el pago de la deuda pública que ha crecido tanto en monto como en su servicio. Entre 2000 y 2009 esta pasó de $64 a $177 billones de pesos pues, a pesar de que los desembolsos realizados por Colombia costaron $263 billones, los nuevos préstamos ascendieron a $266. Esta reforma constitucional será desarrollada por medio de una ley de regla fiscal, cuyo objetivo es pasar de un déficit fiscal del 4.5% del PIB a un superávit fiscal de 1.5%. Esta meta no se alcanzará a costa de reversar los contratos de estabilidad jurídica, las zonas francas o las exenciones tributarias que favorecen a monopolios criollos y a trasnacionales sino que será recortando el poco gasto social que aún pervive. Y como suele suceder con estas propuestas, no fueron concebidas en las oficinas de las entidades oficiales sino por los organismos multilaterales de crédito. La visita del FMI de febrero de 2010 consignó el conjunto de esta iniciativa que traza los lineamientos en política económica para nuestro país.

A su vez existe la Nueva Ley de Educación Superior, cuyo cuerpo de 164 artículos afecta de manera sensible los pilares de la educación superior en Colombia. Esta propuesta que no se consulto con profesores, estudiantes y trabajadores, sí fue concertada con las multinacionales y con el capital financiero. Así quedó consignado en el capítulo de comercio transfronterizo de servicios del Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos, en donde Colombia se comprometió a crear una “forma de tipo especifico de entidad jurídica para los servicios de enseñanza superior”. Las multinacionales de la educación superior y las universidades corporativas, requieren que las universidades sean sociedades con ánimo de lucro para repartir dividendos, recibir todo tipo de inversiones y para enterrar la educación como derecho y volverla un servicio objeto de especulación.

Además de esta característica tal reforma no resuelve la crisis financiera de las universidades, que según el SUE, supera los $500.000 millones de déficit, y además mantiene la base presupuestal del 2011 (art. 103) con los incrementos anuales del IPC, es decir, el antiguo artículo 86. El presupuesto de las universidades públicas, seguirá congelado, congelación que ya lleva 19 años. El Gobierno de Santos no aporta ni un peso nuevo en la base presupuestal. También se establecen paupérrimos incrementos a partir del crecimiento del PIB (art. 105). Aunado a lo anterior, la concurrencia al pasivo pensional, que es una obligación estatal, se extiende a todas las universidades e instituciones de educación superior (art. 110). Con el proyecto se va a atacar de manera severa la autonomía y la democracia universitaria pues la acreditación, que es un instrumento de chantaje, adoptará formas más lesivas pues será otorgada por una entidad privada y posiblemente extranjera mediante “convenios de asociación”, y para colmo deberá ser pagada por las universidades (art. 77). Finalmente, persiste el subsidio a la demanda pues el gobierno se obliga a transferir recursos a las instituciones de educación superior privadas sin ánimo de lucro y a cualquiera que obtenga la acreditación de alta calidad (art. 108) y no sólo persistirá con el sistema de ICETEX para los “subsidios de matrícula” (art. 115), financiados por el Banco Mundial y que tanto afectan a los estudiantes, particularmente, de las universidades privadas, sino que se establecerá un Fondo para la Permanencia Estudiantil (art. 116) para los gastos de sostenimiento de “quien lo requiera”.

La embestida oficial en contra de la universidad y de los estudiantes hace indispensable la unidad del conjunto de procesos y vertientes existentes al interior del movimiento estudiantil, el cual fortalecido con dicha pluralidad, ahondará esfuerzos por derrotar el cúmulo de medidas que niegan la existencia de una educación pública y que hace muy oneroso estudiar en otro tipo de instituciones. En este contexto, es de vital importancia la conformación, en el marco de este Encuentro, de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil que articulará y coordinará en Colombia, en cada una de las universidades y regiones, iniciativas de tipo programático, organizativo y de movilización en la senda del progreso y la soberanía nacionales.

El Encuentro concluyó que el momento actual tiene como propósito fundamental elevar el nivel de conciencia y comprensión del estudiantado, y de los demás sectores universitarios, acerca de la naturaleza antidemocrática y antinacional de las determinaciones adoptadas por el Gobierno de Santos, en consecuencia, las jornadas de movilización y agitación programadas para este semestre pretenden aglutinar procesos, fuerzas y sectores en contra de las mentadas medidas oficiales. De igual manera el Encuentro dio inicio al proceso de construcción de un pliego nacional universitario, que partiendo de insumos del orden nacional expuestos en el evento, acogerá los debates y conclusiones de las diferentes regiones sobre las necesidades más sentidas del estudiantado y de la universidad colombiana. La presentación y desarrollo del mismo será definido y coordinado por la Mesa Amplia Nacional Estudiantil.

Ante este panorama es evidente que la lucha de masas es la única alternativa que tiene el estudiantado para derrotar estas iniciativas. Los camioneros agrupados en la ACC, los trabajadores del Cerrejón que lucharon contra las multinacionales que controlan la mina del Cerrejón, los jarreadores y pequeños y medianos productores leche, la unión cívica y popular que luchó contra el proyecto de Angostura de la multinacional Greystar en el páramo de Santurbán; constituyen el faro que el estudiantado y el conjunto del movimiento universitario han de seguir para derrotar la agenda de Juan Manuel Santos y para persistir en la búsqueda de una educación plenamente financiada por el Estado, científica, auténticamente democrática y autónoma, con sistemas integrales de bienestar universitario, en condiciones de trabajo dignas para profesores y trabajadores, en la que se respeten el conjunto de las libertades democráticas y los derechos humanos, y que esté enfocada a resolver los grandes problemas de la sociedad colombiana. Esta es la tarea que hemos asumido.


MARZO 19 Y 20 DE 2011

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

BOGOTÁ COLOMBIA


Organización Colombiana de Estudiantes O.C.E

viernes, 8 de abril de 2011

La loca de la casa: la educación pública y la reforma del gobierno



Los gobiernos colombianos han tratado a la educación pública como a la loca de la casa: hay que mantenerla viva, escondida, vestirla de gala para ocasiones especiales y, si la oportunidad lo permite, salir de ella lo más pronto posible. Durante años la educación pública superior ha sido una carga aguantada con molestia por gobiernos que nunca han visto en ella rendimientos ni electorales ni económicos. La reforma, que con pompa, fanfarria y sitio virtual, ha lanzado el gobierno de Juan Manual Santos es un paso más en el camino que lleva hacia el abandono definitivo de la molesta loca de la casa.

La estrategia elegida ni es nueva ni es eficiente. Es incluso ilusa en su extrema confianza en que la codicia privada, desatada por los incentivos correctos, podría hacer por la educación lo que dos siglos de olvido gubernamental y social no han logrado. Está hecha de una curiosa mezcla de mediocridad, arrogancia y obediencia1. Pareciera suponer unos interlocutores perdidos en la ignorancia y aislados de este mundo, que serían sorprendidos por una argumentación basada en pedazos de verdades que sumadas terminan siendo una gigantesca mentira. Como lo ha dicho con razón el rector de la Universidad Nacional, Moisés Wasserman, los autores de esta política se parecen mucho a esos pacientes, que “por lesión en el hemisferio derecho del cerebro pierden la capacidad para captar lo que se sitúa al lado izquierdo de ellos. La mitad del horizonte deja de existir. Aunque lo vean, lo ignoran como si estuviera en otra dimensión del mundo real.”

En un momento en el que los países del tercer mundo están eligiendo sus propios caminos hacia el conocimiento y el desarrollo, los documentos del gobierno traen a la memoria épocas neocoloniales más inocentes. Pretendiendo estar al día, presentan a los Estados Unidos como su modelo, pero olvidan que es el mejor caso en contra de la educación superior con ánimo de lucro, y el mejor a favor de una educación de alta calidad sin ánimo de lucro. Ninguna de las universidades privadas de calidad de los Estados Unidos serían las instituciones de alto nivel que hoy son, si hubieran seguido los consejos de los asesores a la penúltima moda del Banco Mundial y sus imitadores locales.

Al buscar ejemplos locales, optan por el modelo educativo del Brasil como el camino a seguir para nuestros países, pero olvidan que la estrategia de desarrollo del Brasil integró a 35 millones de personas a empleos formales, generando ingresos y permitiéndoles participar del mercado y sus ventajas. Y que las inversiones estatales en las universidades públicas de elite han crecido muy por encima del crecimiento del PIB. Y olvidan, por último, que la calidad de la educación con ánimo de lucro en Brasil es tan mala como lo puede ser en cualquier lugar del mundo.

Por supuesto, dejan por fuera la estrategia educativa de Singapur y los llamados “tigres asiáticos”. Sería el peor ejemplo del mundo para vender la estrategia facilista del gobierno. En esos países los estados tomaron en serio la idea de que sin una educación del más alto nivel sería imposible competir. Cambiaron no sólo la educación superior, sino todo el sistema educativo, con unas inversiones estatales altísimas. Los resultados están a la vista: basta reparar el lugar de Colombia y de Brasil en las pruebas internacionales, y los de Singapur, Hong Kong y otros países que optaron por jugársela toda alrededor de la educación.

La estrategia

¿En qué consiste la vieja “nueva” estrategia del gobierno? Consiste en atraer la inversión privada a la educación superior con el objetivo de elevar la cobertura a un 50% en 2014, con 650,000 cupos nuevos, disminuir el desempleo juvenil, bajar en cuatro o cinco puntos porcentuales la tasa de desempleo global, y promover la innovación con calidad. El primer punto supone una inversión privada adicional en educación que ningún país del mundo, ni siquiera en la más desquiciada de las alucinaciones neoconservadoras, o neoliberales, ha visto jamás. En la versión colombiana podemos sospechar de dónde vendrá esa inversión, a qué intereses servirá, y qué efectos tendrá sobre el sistema de educación superior.

Como se trata de multiplicar el número de centros, facultades, centros, institutos, y universidades de enseñanza, sin investigación, todos los caminos conducen a esos modelos insuperables de creatividad educativa que han sido, y son, Carlos Moreno de Caro, con su universidad recién inaugurada en Bogotá, o César Pérez García2, y su modelo antioqueño de educación superior para la política, o más cerca, aquí en Cali, el modelo de la Santiago de Cali, antes del movimiento estudiantil y profesoral que está, en este preciso instante, intentando poner orden en casa.

No todos los empresarios educativos corresponden a este tipo, por supuesto, Hay muchos empresarios reales y potenciales que aspiran a mejorar la oferta educativa, aportar nuevos programas educativos y realizar algunos excedentes en el proceso. Pero estos empresarios no cuentan, en su vasta mayoría, con el capital que les permitiría asumir los altos costos financieros de poner en marcha un centro de educación superior.

La otra fuente de financiación y de ideas empresariales vendrá, por supuesto, del exterior. No serán, como sueñan algunos, las mejores universidades del mundo, pero sí aquellas que han desarrollado ventajas en la educación masiva y a distancia, sin investigación, como podría ser, por ejemplo, la Universidad de Phoenix, en Arizona. Las franquicias y alianzas de negocios ya deben estar listas para hacer uso de las nuevas oportunidades abiertas. Es obvio que las ventajas de estas universidades no están en ni en la investigación ni en la innovación, sino en la educación superior masiva y con costos decrecientes. No abundaré aquí en las inmensas posibilidades que abren las nuevas instituciones en materia de préstamos, contratos, y fondos estatales pasando a manos privadas en proyectos de imposible vigilancia y auditoría. Además del paso de la legitimación de capitales poco santos en el mundo más blanco de la educación superior.

Ya Jorge Iván González y Edna Bonilla (2011) han alertado sobre el error conceptual –cometido por este gobierno y por el anterior— de suponer que los costos de la educación superior son decrecientes. Doblar el número de estudiantes no permite disminuir el costo por estudiante de la misma forma que decrece el costo de reproducir un video, un Cd, o una vacuna. Pero el error conceptual de los asesores económicos de estos gobiernos, va más allá de no comprender el carácter creciente de los costos educativos.

En realidad, esos asesores están pensando en otro tipo de educación superior. Tienen en mente una educación basada en la docencia, sin investigación, con alta carga de enseñanza a distancia, y una limitada fracción de profesores de tiempo completo que enseñan 6 cursos por semestre. Sólo así puede explicarse que haya instituciones de educación superior, con ánimo de lucro. Ganancias y educación superior sólo podrían ir de la mano si renunciaran a todas las funciones distintas a la docencia y a la administración de las ganancias.

En Colombia ni siquiera las universidades privadas de calidad más dudosa habrían podido sobrevivir sin la financiación pública proveniente de fundaciones, empresas privadas, ciudadanos y del mismo estado. La idea fundamental de que la educación es un bien público no es un principio abstracto, producto de las elucubraciones teóricas de economistas liberales. En general, la educación superior está condenada a ser pública –no importa por cuál vía o mediante cuál tipo de arreglo económico o administrativo. Sin embargo, el gobierno nacional ha apostado todas sus cartas y el futuro de la educación, la igualdad y el desarrollo colombianos a la más inocua de las alternativas: aumentar cupos mediante la inversión privada en educación de dudosa calidad.

El ejemplo del Brasil

Lo ha hecho mirando hacia el Sur, hacia el Brasil, cuya estrategia de expansión de la oferta en educación superior es citada en forma más que abundante en los documentos del gobierno. Vale la pena, entonces, averiguar hasta dónde el ejemplo del Brasil es tan bueno como el gobierno, con sus verdades a medias, intenta hacernos creer.

En efecto, la estrategia de crecimiento por la vía de la inversión privada y de la ampliación de las oportunidades de acceso ha tenido éxito: entre 1996 y 2007 la matrícula pasó de 1, 868,529 a casi 5, 000,000 en 2007, los cupos pasaron de 610,355, en 1995, a 2, 429,737, en 2005, y un 92% del total de 2,398 son instituciones pequeñas dedicadas en forma exclusiva a la enseñanza. (Dias Sobrinho y De Brito 2008)

Al mismo tiempo, el 34.4% de los alumnos de las universidades públicas pertenecen al 10% más rico de la población, mientras que este porcentaje crece a un 50% en las privadas. En el otro extremo, el 12% de los estudiantes de las públicas viene de los sectores más pobres, y sólo un 5% en las privadas. (Dias Sobrinho y De Brito, Op. cit.) ¿Qué indican estos datos? Que incluso suponiendo que la calidad fuera igual en todas las instituciones de educación superior, de no haber un cambio en el empleo y en la distribución del ingreso, sólo una muy pequeña proporción de los aspirantes de los sectores más pobres podría ir a la universidad y terminar sus estudios. Aún más: la población más rica, y mejor educada y formada, se queda con más de la tercera parte de los cupos de las universidades públicas, sugiriendo que sólo los que han tenido buena educación primaria y secundaria pueden acceder a la educación brindada por las mejores universidades públicas.

Pero la calidad, por supuesto, no es igual a lo largo de toda la oferta del sistema de educación superior brasilero. Por el contrario, es estratificada en extremo, con las universidades públicas y privadas de elite concentrando la mayor parte de los doctores, de los fondos de investigación y de la mejor docencia, mientras que las facultades, centros de enseñanza y los institutos privados, y con ánimo de lucro, imparten docencia profesional a los estudiantes de menores recursos y formación académica más débil. En un mundo globalizado y competitivo en extremo, la formación profesional, sin fundamentos científicos y sin acceso a la cultura, conduce a empleos mal remunerados y sin perspectiva de disminuir la desigualdad.

En últimas, la gran reforma educativa brasilera ni ha cambiado la desigualdad ni ha mejorado la calidad de la educación en su conjunto. Su efecto más visible es una profundización de la ya apreciable brecha que separa a los más ricos de los más pobres. Ha creado nuevas oportunidades de acceso a una educación que reproduce y amplía la desigualdad y cierra el camino hacia el desarrollo de las capacidades indispensables para competir y disfrutar en un mundo más complejo.

Pero esto sólo es una verdad a medias. Desde el primer gobierno de Luiz Ignacio da Silva, Brasil está apostando a una estrategia distinta de desarrollo. El estado brasilero está invirtiendo en alternativas educativas, de alto costo, basadas en dar la mejor educación científica a los más pobres, integrándolos en procesos investigativos reales del más alto nivel. Con una inversión de 25 millones de dólares, y con la dirección del científico Miguel Nicolelis, ya está en pleno proceso de desarrollo en la ciudad nordestina de Natal. El plan para el desarrollo de la Educación (PDE) prevé la creación de 354 institutos para dar a niños y jóvenes de menores recursos una educación basada en la ciencia. La versión colombiana de lo que ocurre en Brasil está hecha de muchas verdades a medias que se convierten en una mentira muy grande.

¿Cuál es la apuesta del gobierno?

Tal como ocurrió en Brasil, la decisión tomada en Colombia tiene que ver, por supuesto, con apuestas más profundas. Está relacionada con el modelo de desarrollo elegido por este gobierno y sus vínculos con la estrategia de su predecesor. El desarrollo especulativo basado en la minería y en los servicios, y la carga inercial de un costoso gasto militar, asociado a la lucha contra las Farc y el narcotráfico, ha conducido al país a una senda de desarrollo inferior, sin espacio ni para la innovación ni para igualdad. Santos habría podido elegir una ruta distinta. Habría podido apostar a un gran salto educativo, una inversión de largo plazo en capital humano, restringiendo el presupuesto de guerra, y liberando a la economía de las deformaciones creadas por un desarrollo basado en negocios inciertos y de alto costo ambiental –como lo es la minería. Eligió continuar por la vía inercial, con una novedad en materia educativa, que no por inocua deja de ser peligrosa en sus efectos.

¿Cuál es el peligro, entonces? La iniciativa educativa del gobierno podría propiciar una falla sistémica del conjunto de la educación colombiana. No se trata ni de la destrucción ni del ahogo financiero de la universidad pública –que no dejará de sobrevivir, entre otras porque el gobierno las requiere para mostrar que todavía hay educación superior de cierta calidad en el país. La amenaza es más profunda y afecta no sólo a la educación superior, sino a la primaria y secundaria. Dada la muy pobre calidad de la educación primaria y secundaria colombianas –pública y privada—, la expansión de la educación superior por la vía de la baja calidad y de la inversión privada conducirá a ampliar y reforzar aún más la brecha que separa a los más pobres de los más ricos.

Los que vienen de los peores colegios, públicos y privados, terminarán estudiando, con préstamos del gobierno, en instituciones de dudosa calidad, porque no podrán aspirar, ni por formación ni por ingresos, a las universidades privadas y públicas de calidad. Si, como lo plantea la reforma, la mayor parte de los nuevos cupos pertenecerán al mundo de las nuevas instituciones con ánimo de lucro, no es difícil entrever el destino de las muchachas y muchachos que les corresponda entrar a esas instituciones. Educados desde la primaria para la inferioridad y la exclusión, reafirmarán su lugar en la sociedad con una educación superior que ni cambiará su perspectiva intelectual ni los acercará a un ingreso mejor.

La interacción entre una educación básica de pésima calidad y una educación superior, que crecerá por la vía del menor esfuerzo al costo más bajo, generarán una retroalimentación positiva hacia situaciones con un mayor número de cupos, mayores diferencias entre la mejor educación y la peor, mayor proporción de estudiantes en las peores instituciones, y una concentración cada vez más fuerte de los mejor formados y más capaces en unas pocas universidades de elite, públicas y privadas, profundizando aun más la desigualdad social y económica.

Este círculo vicioso tiene un fundamento fatal en el total olvido con el que este gobierno, y los anteriores, han tratado el futuro de la educación primaria y secundaria. Doscientos o trescientos mil cupos nuevos en la educación superior no resolverán el problema fundamental de un sistema que mata las posibilidades de nuestros niños desde muy temprano. La magnitud del esfuerzo por realizar en la educación básica es tan grande que puede resultar intimidante. El problema, sin embargo, es que este gobierno ni siquiera ha intentado enfrentar la situación y plantear a sus ciudadanos cuál sería el esfuerzo a realizar si estuviéramos de acuerdo en dar un salto educativo, a todos los niveles, transformando el conjunto del sistema educativo.

Hay, por supuesto, alternativas distintas a esta privatización torpe que propone el gobierno. Todas pasan por la búsqueda de transformaciones globales en el sistema de educación colombiano. Todas suponen altísimas inversiones de parte del estado, incluyendo la creación de nuevas universidades públicas, y la transformación de la enseñanza, de los modelos pedagógicos y de las exigencias para los profesores de educación básica. Todas, también, requerirían de un cambio en el modelo de desarrollo, y la adopción de una estrategia que apostara al salto educativo, y a la inversión en capital humano, en la perspectiva de una sociedad más igualitaria.

Y requieren, también, de transformaciones profundas en las universidades públicas. La primera de ellas el paso obligado del silencio a la reflexión y a la acción sobre su propio destino. No olvidemos que la arrogancia y la mediocridad de esta reforma están a la altura de la resignación y mediocridad intelectual que nos ha dominado por varias décadas.


Por: Profesor Boris Salazar

Universidad del Valle


lunes, 4 de abril de 2011

FLEXIBILIDAD ACADÉMICA 7 Y 8 DE ABRIL DE 2011

Por la incesante necesidad de responder ante los retos que impone las medidas retardatarias del gobierno Santos, los sectores sociales del país, entre los que nos encontramos los estudiantes, hemos decido manifestar nuestra inconformidad con el uso de mecanismo democráticos civilistas y pacíficos.

Por ello nos unimos a la manifestación del día 7 de abril de 2011, en donde desde las calles de las principales ciudades defenderemos el derecho a la educación pública.

Presentamos la siguiente circular de rectoría, dictando la respectiva FLEXIBILIDAD ACADÉMICA para los días 7 y 8 de abril de 2011:


C I R C U L A R

La Rectoría aclara la circular de flexibilidad académica expedida en el día de hoy 4 de abril, en el sentido de que en desarrollo de las políticas trazadas por el Consejo Académico, autoriza que el día jueves 7 de Abril, entre las 7 a.m. y las 5 p.m. , cuando se realizará la marcha sobre la reforma de la educación superior, y el día 8 de abril, entre las 8 a. m y las 12 a. m. , con motivo del GRAN FORO POR LA DEFENSA DE LA EDUCACION PUBLICA, no se desarrollarán las actividades académicas normales planeadas, sino las actividades formativas y de reflexión sobre la propuesta de Reforma de la ley 30, que están programadas. Durante los horarios mencionados no se realizarán exámenes ni evaluaciones.

IVAN ENRIQUE RAMOS CALDERON

Rector

Santiago de Cali, Abril 4 de 2011